Es mi voluntad crear una institución privada e independiente, de carácter fundacional, sin ánimo de lucro, llamada Fundación Alonso Quijano, que contribuya al desarrollo integral del ser humano mediante la promoción de iniciativas culturales y educativas, especialmente de aquellas orientadas al fomento de la lectura.
Creo que, además de facilitar el acceso a todo tipo de información y de potenciar la comunicación humana y el desarrollo del espíritu crítico, la lectura, entendida como hábito cultural, despierta la sensibilidad del individuo y le posibilita la experiencia del placer estético. Estoy firmemente convencido de que la lectura es una actividad que puede hacer mejores, más libres y más felices a los seres humanos de cualquier edad y en cualquier circunstancia. El hábito de la lectura puede transformar al ser humano de manera positiva, como transformó en la ficción a un modesto hidalgo manchego llamado Alonso Quijano –del cual toma nombre la Fundación que quiero crear- en el valeroso caballero andante Don Quijote de la Mancha, uno de los personajes más adorables, generosos e ingenuos de la literatura universal.
Aunque con frecuencia no se le reconoce la importancia que merece, creo que la capacidad lectora es también un aspecto fundamental para el desarrollo del ser humano en sociedad. Cuanto mayor sea dicha capacidad en el conjunto de nuestra sociedad, mejor se podrán garantizar de manera concreta algunos de los derechos fundamentales que consagra la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como el derecho a la educación, o a recibir informaciones y opiniones por cualquier medio de expresión.
Porque estoy convencido de que, como afirma el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, tengo la esperanza y el deseo de que la Fundación Alonso Quijano, mediante la búsqueda de los fines contenidos en sus Estatutos, coopere al bien común y a la paz mundial y promueva el respeto universal a la justicia, a la ley, a los principios democráticos de convivencia, a los derechos y a las libertades fundamentales para todos los seres humanos sin distinción de raza, sexo, idioma, religión ni condición social o económica. Por ello, es mi voluntad que la actividad de la Fundación Alonso Quijano se rija en todo momento por los principios generales de igualdad, tolerancia, solidaridad y fraternidad, y que, en la medida de lo posible, sus actividades beneficien de manera prioritaria a aquellas personas que cuenten con menos recursos o tengan necesidades especiales.
Raúl Cremades García.
Málaga, a 18 de noviembre de 2000